Saturday, March 21, 2009

Fusilamiento carmesí


Lo había estado haciendo toda la tarde hasta el anochecer, tampoco era mi primera vez. No era algo que disfrutara pero si entendía que debía de hacerse… por el bien de la mayoría como decían mis camaradas para espantar la culpa. Altos y bajos, negros, mestizos y blancos, hombres y mujeres… todos caían por igual ante nuestros rifles ciegos, imperdonables. Unos iban llorando o con la cabeza en alto o como si sólo los fueran a ver, cualquiera fuese su actitud terminarían igual: apilados con los otros sacos de carne, hueso y plomo.


Evitaba mirarlos a los ojos. Decían que si lo hacías, el espíritu te perseguiría para siempre, atormentándote día y noche. Pero no pude evitarlo, los ojos de este hombre, el último ya, eran de un color intenso, entre carmesí y violeta. Se distinguían incluso en la oscuridad. Él lo notó, notó mi mirada curiosa y una chispa se encendió en sus ojos al momento que esbozaba una sonrisa… “está loco” pensé y me dispuse a terminar mi tarea. Luego todo fue muy rápido. El capitán dio la orden y el ruido de los rifles se oyó diferente, no a los lados como a lo largo del día, sino en el frente, a cierta distancia… y dolor mucho dolor; me ardía el cuerpo entero, perdí el equilibrio y caí. Desde el suelo me vi de frente, algo lejos, apuntándome con un extraño brillo carmesí en los ojos y una media sonrisa burlona. El dolor se volvió más fuerte, sentí que iba a explotar…de repente paz y todo se volvió oscuro.